¿Se te cayó un empaste o una corona justo cuando menos te lo esperabas? Ese vacío extraño en la boca y el susto que le sigue son más comunes de lo que crees… y sí, requieren actuar con cabeza y rapidez.
No es solo una molestia: puede convertirse en una urgencia dental que necesita atención inmediata para evitar dolor intenso, mayor sensibilidad o infecciones que compliquen las cosas.
Cuanto antes tomes las medidas correctas, mejor proteges tu diente y tu tranquilidad.
Hoy descubrirás de forma clara y sin rodeos qué hacer en los próximos minutos, qué no hacer (aunque parezca buena idea), cómo calmar el dolor y cuándo acudir con urgencia al dentista para resolverlo sin sorpresas.
Porque cuando se trata de tu sonrisa, el tiempo y los pasos correctos marcan la diferencia.
Respira hondo y actúa ya qué hacer en los primeros minutos
Lo primero es recuperar el control para actuar con cabeza. Un empaste caído o una corona dental despegada es una urgencia dental, pero tiene solución si das los pasos correctos en los primeros minutos.
Evita explorar con la lengua o morder la zona: eso incrementa la sensibilidad, puede irritar la encía y, peor aún, fracturar más el diente.
Localiza y protege la pieza
Si la corona o el fragmento del empaste está accesible, recógelo con cuidado. Mantenerlo en buen estado facilita su reparación en clínica.
- Corona dental: enjuágala suavemente con agua (sin frotar ni usar alcohol). Guárdala en una bolsita limpia con unas gotas de suero fisiológico, leche o incluso saliva para que no se reseque. No la dejes al aire.
- Empaste (resina o amalgama): consérvalo aparte, pero no intentes recolocarlo. Un empaste desprendido suele requerir limpieza de la cavidad y reconstrucción.
- Si sospechas que la pieza se tragó y te encuentras bien, suele pasar sin problema; si notas dificultad para respirar o tos persistente, busca ayuda médica inmediata.
Higiene suave y alivio inmediato
Limpia el área con mimo para reducir bacterias y molestias. Un entorno limpio previene inflamación y mal olor.
- Haz un enjuague de agua tibia con sal (1/2 cucharadita en un vaso) durante 30 segundos. Repite 2-3 veces.
- Cepíllate con un movimiento suave alrededor del diente afectado; usa hilo dental con cuidado, sin engancharlo en el borde del diente.
- Si hay bordes filosos que rozan la mejilla o la lengua, cúbrelos con cera ortodóntica o una bolita de goma de mascar sin azúcar.
- Para el dolor, puedes tomar tu analgésico habitual (p. ej., ibuprofeno o paracetamol si no tienes contraindicaciones). Nunca coloques aspirina sobre la encía o el diente.
Protege el diente hasta ver al dentista
La prioridad es resguardar la estructura dental y la encía de estímulos térmicos, azúcar y presión. Si la sensibilidad te molesta, evita el frío y el calor extremos.
- Cemento provisional de farmacia: si la corona encaja claramente sin dolor ni interferir la mordida, puedes colocar una mínima cantidad para sellar de forma temporal. Es una solución de paso hasta tu cita de urgencias.
- Si no encaja a la perfección, no la fuerces. Mejor protégela y espera a que la recolocación la haga el profesional.
- Prohibido: pegamentos industriales, cianoacrilatos, colas de contacto. Pueden dañar el diente, la encía y complicar la reparación.
Qué comer y qué evitar en las primeras horas
Mientras aguardas tu atención en clínica dental, mima la zona para no agravar la lesión ni generar más dolor.
- Mastica del lado opuesto y elige alimentos blandos: purés, tortillas, yogur, pescado suave, cremas.
- Evita pegajosos o duros: chicles, caramelos, turrones, frutos secos, pan tostado.
- Reduce lo muy frío o muy caliente, así como bebidas azucaradas y cítricos que disparan la sensibilidad dental.
- Hidrátate con agua y mantén una higiene bucal cuidadosa después de cada comida.
Pide cita de urgencia (y qué info compartir)
Contacta con el dentista lo antes posible. Una respuesta rápida disminuye el riesgo de caries bajo la corona, infección o fracturas adicionales.
- Explica si fue empaste caído o corona dental suelta, cuándo ocurrió y si hay dolor, mal sabor, sensibilidad al frío/calor o inflamación.
- Si puedes, envía una foto nítida del diente y de la corona por ambos lados. Ayuda a preparar el material adecuado antes de tu llegada.
- Menciona medicación, alergias y antecedentes (endodoncia previa, traumatismo reciente, bruxismo).
Señales de alarma: actúa sin esperar
Acude de inmediato a urgencias si notas alguno de estos signos, ya que pueden indicar infección o complicaciones que requieren intervención rápida.
- Dolor intenso que no cede con analgésicos.
- Hinchazón en cara o encía, fiebre, dificultad para tragar o abrir la boca.
- Sangrado que no se controla presionando con gasa durante 10-15 minutos.
- Traumatismo con movilidad dentaria, corte profundo en labios/encías o pérdida de un fragmento grande del diente.
Cuanto antes tomes estas medidas, más fácil será la reparación de la corona o la reconstrucción del empaste, menos molestias sentirás y mejor será el pronóstico.
Estamos contigo para que esta urgencia dental sea solo un susto bien resuelto.
Identifica el problema empaste suelto o corona caída y por qué cambia tu siguiente paso
Cómo diferenciarlo en segundos
Cuando algo se despega de tu diente, el primer paso es identificar si se trata de un empaste suelto o de una corona caída.
No es un detalle menor: lo que hagas a continuación y la urgencia con la que debes acudir al dentista cambian por completo. Si al pasar la lengua notas un «capuchón» metálico o cerámico que se ha salido entero, casi seguro es una corona.
Si lo que detectas es un cráter rugoso en el centro del diente, con bordes que raspan o restos de material, probablemente se trata de un empaste que se ha desprendido total o parcialmente.
- Empaste suelto: sientes un hueco pequeño o mediano, el diente se engancha al masticar, puede haber sensibilidad al frío o al dulce, y ves granitos o polvo del material viejo.
- Corona caída: tienes en la mano una «tapa» hueca (metal, porcelana o zirconia), el diente debajo se percibe más pequeño y con forma de muñón, y suele haber molestia al aire o a la presión.
Por qué cambia tu siguiente paso
La corona caída suele cubrir un diente que ya fue tallado y, a menudo, endodonciado.
El riesgo principal es que las bacterias entren rápido por el margen expuesto y aparezcan caries debajo de la corona, inflamación de la encía o incluso fractura del muñón si sigues masticando ahí.
En cambio, un empaste suelto deja expuesta la dentina o una caries previa, con dolor al frío y al dulce, pero el diente conserva su anatomía y generalmente requiere una reparación directa.
Por eso, una corona caída pide un re-cementado profesional cuanto antes, mientras que un empaste suelto permite una temporalización corta hasta tu cita.
Qué hacer ahora mismo (y qué evitar)
Si se te cayó una corona, límpiala suavemente con agua, guárdala en un recipiente limpio y llévala a la clínica.
Si encaja sin dolor y queda estable, tu dentista podrá recementarla. Puedes usar cemento dental temporal de farmacia como medida de urgencia solo si se ajusta bien y no hay dolor al morder; no uses pegamentos caseros (superglue, cianoacrilatos) porque irritan el tejido y complican el tratamiento.
Si se desprendió un empaste, evita masticar del lado afectado y protege el hueco con material temporal de farmacia o, en su defecto, con goma de mascar sin azúcar como solución muy breve.
Mantén la zona limpia con un cepillado suave y enjuagues de agua tibia con sal. Evita alimentos pegajosos, muy duros, muy fríos o muy calientes. Si hay dolor, puedes tomar tu antiinflamatorio habitual salvo que tu médico lo contraindique.
- Hazlo ya: protege el diente, conserva la corona, pide cita de urgencia, mantén una higiene cuidadosa.
- No lo hagas: no masques hielo o caramelos, no uses pegamentos industriales, no fuerces el encaje de la corona si duele o no ajusta.
Ventana de tiempo segura
Con una corona caída, lo ideal es que te vea un dentista de urgencias en 24-48 horas para valorar el re-cementado y descartar caries bajo la corona.
Con un empaste suelto, intenta acudir en 1-3 días para evitar que la caries avance y que aumente la sensibilidad.
Busca ayuda inmediata si notas dolor pulsátil, inflamación facial, mal sabor constante o fiebre: son señales de infección.
Qué esperará el dentista y cómo te prepara esto
En consulta, se realizarán radiografías para evaluar caries, filtraciones o fracturas.
Si la corona está íntegra y el diente sano, se recementará con adhesivos profesionales. Si hay caries o el muñón está dañado, se sanea primero y se valora una nueva corona o, si procede, un perno.
Con un empaste, se limpiará la cavidad, se detendrá la caries y se restaurará con resina compuesta, incrustación (inlay/onlay) o, si hay afectación pulpar, se considerará una endodoncia antes de reconstruir.
Cómo decidir con confianza tu próxima acción
Piensa así: si tienes la pieza en la mano (corona), tu prioridad es que vuelva a su lugar sin contaminar ni dañar el diente.
Si lo que hay es un hueco (empaste), tu objetivo es sellarlo pronto para cortar el dolor y frenar a las bacterias. En ambos casos, actuar rápido te ahorra complicaciones, tiempo y dinero.
Y si dudas, mándanos una foto nítida del diente: podremos orientarte y reservarte una cita de urgencia dental el mismo día para que vuelvas a sonreír y masticar con tranquilidad.
Limpia y conserva la pieza cómo guardar la corona o fragmentos sin estropearlos
Manéjala como si fuera una joya dental
Respira hondo: esa corona dental o los fragmentos que has recuperado pueden salvarte una reconstrucción completa si los cuidas bien.
Lávate las manos con agua y jabón antes de tocarlo y sostén la pieza siempre por la parte externa, evitando la superficie interna (la que encaja con el diente).
Piensa en ello como una llave que debe conservar su forma exacta: cualquier roce, golpe o suciedad puede impedir que «cierre» de nuevo a la perfección.
Limpieza segura: qué hacer y qué evitar
Para limpiar, enjuaga la corona o los trozos bajo un chorro suave de agua tibia durante unos segundos.
Si hay restos visibles, puedes ayudarte con una gasa estéril humedecida. No frotes con cepillo ni uses pasta dental: los abrasivos microerosionan la superficie y dificultan el cementado.
Evita a toda costa alcohol, lejía o desinfectantes domésticos; distorsionan materiales cerámicos o de resina y alteran el cemento residual que nos orienta en la recolocación.
- Sí: agua tibia, suero fisiológico, gasa estéril.
- No: cepillos, pastas blanqueadoras, alcohol, acetona, vinagre, calor (hervir), aire a presión.
Secado y protección de la superficie interna
Tras el aclarado, deja escurrir la pieza sobre una gasa o papel limpio sin frotar.
La cara interna es el «molde» exacto de tu diente; mantenerla intacta es clave para que el odontólogo de urgencias pueda recolocarla en una sola visita.
Si notas restos de cemento viejo, no intentes retirarlos con instrumentos; podrían romper bordes finos o microfracturar la cerámica.
Cómo guardarla hasta tu cita
Guárdala en un contenedor pequeño, rígido y limpio (una cajita de ortodoncia, un estuche para prótesis o, en su defecto, un frasco con tapa).
Añade dentro una gasa seca para que no golpee. Ciérralo bien y mételo en tu bolso o mochila: llevarla contigo facilita que la revisemos en la clínica dental sin demoras.
Si la corona está húmeda tras el enjuague, deja que se airee unos segundos antes de guardarla; la humedad atrapada prolongada puede favorecer malos olores o depósitos.
- Contenedor ideal: pequeño, limpio, rígido y con tapa.
- Identifícalo con tu nombre si compartes casa o trabajo.
- No la envuelvas en algodón: suelta fibras que se adhieren a la superficie.
Si se trata de fragmentos del diente (no de la corona)
Cuando lo que se ha caído es un trozo de diente (esmalte/dentina), conviene mantenerlo ligeramente húmedo para preservar su estructura.
Puedes guardarlo en suero fisiológico o leche fría, cubriéndolo por completo. Evita el agua del grifo durante horas, porque altera el equilibrio mineral.
Aun así, no lo manipules de más: cada minuto cuenta para una posible re-adhesión o reconstrucción estética de urgencia.
¿Puedo recolocarla en casa de forma temporal?
Si la zona no duele y el muñón del diente está íntegro, como medida temporal puedes usar cemento dental temporal de farmacia (kit de cementado) siguiendo las instrucciones.
Prueba primero en «seco» que la corona asienta sin forzar y en la misma posición.
Si no encaja a la primera, no insistas. Alternativamente, para proteger el diente hasta tu cita, usa cera dental o una pequeña bolita de algodón estéril para cubrir bordes cortantes.
Nunca uses pegamentos domésticos (superglue, cianoacrilatos): son tóxicos y dañan el tejido.
- Prueba de ajuste sin cemento antes de cualquier intento.
- Retira el exceso de cemento temporal con hilo dental moviéndolo de lado, no hacia arriba.
- Si sientes dolor, hipersensibilidad o notas movilidad, no la coloques.
Pequeños hábitos que marcan la diferencia
Hasta que llegues a tu urgencia dental, mastica por el lado contrario, evita alimentos pegajosos o duros y realiza enjuagues suaves con agua tibia y sal para mantener la higiene sin agredir la zona.
Cepíllate con un movimiento delicado alrededor del diente afectado y, si el borde está afilado, protege el área con cera.
Mantener un ambiente limpio y sin traumas aumenta la tasa de éxito de la recolocación y reduce el riesgo de sensibilidad o caries secundaria.
Señales de alerta para no manipular más
Si la corona o el fragmento se ha fracturado en múltiples trozos, hay dolor intenso, sangrado persistente, mal olor o notas sabor extraño (posible infección), guarda la pieza y pide cita inmediata.
En estas situaciones, lo mejor que puedes hacer por tu salud oral es conservar lo recuperado en el contenedor y dejar que el especialista evalúe la mejor opción: recementado, reconstrucción o una nueva corona.
Evita que se repita. Cuidados, hábitos y revisiones que mantienen tus restauraciones en su sitio
Higiene que fija el éxito cada día
La regla de oro para que un empaste o una corona no vuelva a soltarse es mimar lo que no se ve: la encía y el diente que los sostiene.
Aunque la restauración sea «artificial», los tejidos que hay debajo siguen vivos y necesitan un cuidado bucal de rutina: cepillado suave dos veces al día, pasta fluorada poco abrasiva y limpieza interdental con hilo o cepillos interproximales.
Presta atención al margen de la restauración (ahí se acumula la placa que causa caries secundaria y filtraciones).
Estas prácticas sencillas mantienen estable el soporte y alargan la vida útil de empastes, incrustaciones y coronas.
- Cepillo de cerdas suaves y técnica delicada en el borde de la encía.
- Pasta con flúor y baja abrasividad para no erosionar márgenes.
- Hilo dental y cepillos interproximales para limpiar los contactos y los surcos.
Hábitos que debes cambiar desde hoy
La mayoría de las «urgencias» con coronas y empastes no se deben a mala suerte, sino a microtraumas repetidos.
Evita usar los dientes como herramientas, morder hielo o abrir paquetes con la boca.
Reduce los alimentos duros y pegajosos (caramelos, turrones, toffees) que pueden traccionar y desajustar una restauración.
Si muerdes bolígrafos o te comes las uñas, pon límites: esos gestos minúsculos son enemigos de tus restauraciones.
- No uses tus dientes para cortar, sujetar o abrir nada.
- Di adiós al hielo, las palomitas no reventadas y los frutos secos con cáscara.
- Evita los dulces adhesivos que tiran de las coronas e incrustaciones.
Bruxismo bajo control: férula y relajación
Si aprietas o rechinas los dientes (bruxismo), las fuerzas oclusales se multiplican y aumentan el riesgo de descementado o fractura.
Una férula de descarga hecha a medida amortigua esas cargas, protege cerámicas y resinas, y ayuda a que todo se mantenga en su sitio.
Complementa con técnicas de gestión del estrés y ajustes oclusales cuando tu dentista lo indique. Proteger la oclusión es proteger tus restauraciones.
Dieta inteligente para prolongar coronas y empastes
La alimentación también «pega» o «despega» restauraciones.
Opta por una dieta baja en azúcares fermentables, limita los snacks entre horas y alterna con agua para arrastrar restos.
Cambia texturas que maltratan tus dientes por opciones más amables con tu mordida. Un pequeño ajuste diario puede evitar una gran urgencia mañana.
- Prefiere frutas blandas, yogur y frutos secos pelados frente a golosinas pegajosas.
- Bebe agua después de comidas y evita «picar» constantemente.
- Si tomas algo crujiente, mastica del lado contrario a la restauración más reciente.
Revisiones y mantenimiento profesional que marcan la diferencia
Programa revisiones periódicas para pulir, revisar márgenes, valorar el contacto oclusal y detectar a tiempo microfiltraciones o caries secundaria.
El mantenimiento profesional mantiene sano el diente pilar y estable el cemento o adhesivo.
Además, tu dentista puede ajustar el contacto entre piezas para que no haya sobrecargas en una sola restauración, y asegurar que la estética y el color sigan integrados en el tiempo, algo clave en materiales de diferentes opacidades y capas.
- Acude si notas molestia al masticar, sensibilidad o cualquier movilidad.
- El pulido profesional reduce placa en márgenes y previene inflamación gingival.
- Radiografías de control cuando el profesional lo indique para descartar caries oculta.
Higiene interdental a medida según tu restauración
Cada restauración pide una herramienta.
En coronas y puentes, el uso de hilo especial (superfloss) o enhebradores facilita limpiar por debajo de los pónticos; en empastes amplios, los cepillos interproximales llegan donde el cepillo no alcanza.
Un irrigador dental puede ser el complemento ideal si tienes encías sensibles. La clave es personalizar tu rutina según el diseño de tu boca y de tus restauraciones.
Tu checklist preventivo para que no vuelva a pasar
Integra estas microacciones en tu día a día y olvídate del «se me volvió a caer». Son simples, sostenibles y marcan la diferencia entre una restauración que dura y una que te da guerra.
- 2×2×1: dos cepillados al día, dos minutos, una vez al día higiene interdental.
- Cero «trucos» con los dientes: ni abrir envases, ni morder tapas, ni jugar con bolígrafos.
- Protege tu noche: férula si rechinas o aprietas.
- Dieta consciente: menos azúcar y pegajosos; más agua.
- Revisiones pautadas: sigue la frecuencia que te indique tu dentista y actúa ante cualquier señal temprana.